¿El que nace Chicharra muere poeta?
por Ricardo Sánchez Orfo
Cuando llegó a mis cholas manos el poemario Pruebas de Fuego de Pedro Aznar, lo primero que pensé fue en sus canciones hondas y rotundas, pensé en la tragedia humana que se estila entre la nostalgia poética de sus melodías y la soledad del hombre musicalizándose; el problema es que los poemas sin música (al menos en este caso) no terminaron siendo ni lo uno ni lo otro.
Como en toda obra literaria, las posibilidades subjetivas de interpretación son de uno a mil, y quizá muchas más en tanto sea un producto poético. Es por eso que, enfrentarse a un libro de poesía genera tanta divergencia y discusión, porque nadie puede decir lo que es buena o mala poetización de algo (o de alguien), porque quizá simplemente debamos conformarnos con lo siguiente: la obra tiene o no profundidad y llegada en términos de generar algo en el lector. Siendo así, diré que lo de Aznar llega, sacude y penetra.
Ahora bien, una cosa no quita la otra, porque más allá de cautelar los comentarios sobre la obra como unidad, podemos levantar polvo sobre algunos textos en forma independiente. Siendo así, pienso que algunos poemas son demasiado evidentes, ya que, van denunciando episodios tan comunes que hacen de la sorpresa una carencia mayúscula.
Creo que el libro muestra dos tópicos generales (aunque el amor romanticoide es el eje temático de la obra); el primero nace desde un hablante puesto en las afueras de un Aznar descriptivo, rítmicamente cuidadoso y retóricamente débil.
El segundo tópico es el que nos conecta con lo asible de su producción artística, es decir, con la zona íntima del ser humano y con la dramatización del vacío como estado del hombre. No creo que sea casual, el hecho de que cada vez que lo textos muestran o, más bien, convidan a la zona íntima de nosotros, sea desde un hablante puesto hacia adentro, desde una voz poética que describe la intimidad del sujeto sacudido o embobado por cientos de afanes y amores que, quizá terminen siendo sólo uno.
Es ese sujeto poético lleno de temores y nostalgias el que impacta (en este caso), porque además introduce en él un toque un tanto más narrativo, ya que, paralelamente, hay una historia de fondo que tiene tanta o más carga simbólica que la poetización desde YO.
A mi juicio, los mejores textos del libro son aquellos donde el autor se permite ser más coloquial, menos perfectible y mucho más franco, directo y profundo; claro está, desde las cosas simples.
Pruebas de Fuego es un libro con más de cuarenta poemas, más de cuarenta que juzgo pudieron ser sólo cinco bien facturados. Hay a veces un exceso de melosidad y artificios tan estéticamente puesto allí, que lo esencial del sujeto se desploma sin recordar que lo humano y profundo también está depositado en las cosas llanas.
No es en términos generales un buen libro, pero supongo que de muy poco sirve reseñarlo sin resumir los cometidos, es por eso que, termino con dos ideas claras: primero, creo que no todo quien nace chicharra morirá cantando, también puede morir poetizando (me pregunto si no será acaso lo mismo).
En segundo término y, siendo mucho más simple: léanlo ustedes y discutamos posiciones.
Comentario al libro Pruebas de Fuego, de Pedro Aznar
martes, 9 de febrero de 2010
Publicado por Amano en martes, febrero 09, 2010
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