Selección de textos del poemario Hueso herido

martes, 9 de febrero de 2010

Escribe_ Katalina González


Un ave fénix
contempla el atardecer
y su corazón late tan rápido
como la vida
y se dijo;
“He conocido a muchas criaturas”,
pero los singulares perros
son impresionantes.
Lloran callados,
ríen en una mirada,
iluminan el espacio
como las estrellas de la casa
sufren por otros,
y renacen de las cenizas.
¿quién soy para menospreciarlos?

II

Desde niño, contemplaba a mi madre
Encendiendo un fuego que la atemorizaba.
No podíamos vernos a los ojos porque nos transformábamos.
Éramos sujetos desconocidos.
Ella se culpaba por ese nuevo hombre que quebraba los platos en casa
y manchó mis calcetines de vino.
Pero yo no bebía, sólo resistí.

VI

Tiempos que pasan siempre,
pero las peticiones y los rezos permanecen.
Afuera de la Iglesia tres mujeres juegan póker con el padre.
Una de ellas le pide consejos,
otra triste, cuenta las amantes de su esposo
y la tercera permanece muda,
mas quiso confesarse tirando una escala real.
–yo di en adopción a mi hijo.
El juego terminó y el padre fue a dar una nueva misa.
Nada le importó.
No ganó dinero.

XI

Una copa vacía en la escalera.
¡No entiendo!
La envidia barata.
La imitación violenta.
La arrogancia del cuchillo.
La convicción de la guerra.
Se me quebró la puta copa,
Cuando tomé,
Cuando maté,
Cuando quedé solo,
como un perro.


XIX

Una repentina culpa que siento.
¿Dónde está Kafka?
Nostálgico.
Es el ruido del piano desafinado
que toca el padre ausente
Y el niño se pierde
en teclas repletas de ebrios.
Ese recuerdo sigue sonando
como un insecto,
en oídos que nunca escucharon.
¿Por qué no hijo mío?
Tu eco es mi Metamorfosis.

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